Muestra del reciente legado Mordó-Alvear en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando del 26 de Octubre de 2011 al 8 de Enero de 2012. Salas de exposiciones temporales. Entrada gratuita.

La prestigiosa e histórica Academia de Bellas Artes de San Fernando, después de 250 años de vida artística, acoge en otoño de 2011 su más grande legado nunca visto de arte contemporáneo. Se trata de la generosa donación de la galerista Helga de Alvear, (galería de arte contemporáneo en actividad en la calle Doctor Fourquet, nº12, Madrid) una parte de la colección reunida por su ex socia y amiga Juana Mordó a lo largo de su vida, de cuando gestionaba hasta su muerte en el 84 una de las galerías de arte actual más comprometida con los valores modernistas de su tiempo. “Juana Mordó, fue en Madrid, durante la segunda mitad del siglo XX, la figura esencial de pionera y fundadora de una Galería de arte de vanguardia” según Antonio Bonet Correa, actual director de la institución, miembro de la Real Academia desde 1988, y 2008 presidente tras sustituir a Ramón González de Amezúa. Con Bonet, la institución está desarrollando una gran actividad cultural, una dinámica que se puede incluir dentro de un proceso que últimamente no para de reforzarse hacia una integración siempre más abierta de obras de las nuevas tendencias artísticas (fotografías, obras cinematográficas y todo tipo de material que se corresponde con la apertura en el 2004 una nueva sección en el museo dedicada a “Nuevas Artes de la Imagen” y en general a nuevas tendencias artísticas).

El legado JUANA MORDÓ-HELGA DE ALVEAR aquí presentado está compuesto por 57 obras de 22 de los artistas más representativos de los años 50 a los 80 y dos pequeñas esculturas de Pablo Serrano. Varios de los artistas de esta colección han perteneciendo o pertenecen a la Corporación Académica como el mismo P. Rivera, Rafael Canogar, Darío Villalba, Joan Hernández Pijoan o Gustavo Torner. Un legado que se presenta hasta enero en las salas de exposiciones temporales de la Institución antes de ir incluyéndose dentro de la colección permanente del museo que cuenta ya con una gran cuantidad de obras, pinturas, esculturas, dibujos y objetos artísticos que comprenden del siglo XVI hasta nuestros días.

La sala una propone obras de Rafael Canogar, Manuel Rivera, Darío Villalba, Daniel Quintero y Salvador Dalí. Frente a la puerta de entrada de la exposición, acogiendo al espectador está colgado en la pared un hermoso Retrato de Juana Mordó, dibujado a lápiz sobre el papel por Daniel Quintero en 1982. El artista originario de Málaga es característico de los artistas representados en este legado por dos razones principales. En 1967 empieza sus estudios artísticos en la misma Escuela superior de Bellas Artes de San Fernando antes de firmar dos años después su primer contacto oficial con una galería, aquella tan famosa dirigida por Juana Mordó, que abrió en 1964 en el barrio de Salamanca con el objetivo de defender y hacer ver el arte de su tiempo a aquella sociedad de su época poco acostumbrada a encontrase este tipo de arte vanguardista en las galerías de Madrid.

Girando a la derecha, la obra Exvoto nº2, realizada en 1979 por el artista Granadino Manuel Rivera, atrae la mirada del espectador hacia la esquina de la sala con su carácter semi-hipnótico debido a su propia composición heteróclita entre alambre, tela metálica, hierro, madera y pigmentos. A su lado descubrimos dos composiciones suyas similares y dos tintas chinas sobre papel.

Antes de cruzar dos arcos arquitectónicos que simbolizan el pasaje a la segunda sala de la exposición, podemos apreciar la presencia de una plancha de cobre trabajada al aguafuerte y aguatinta por Salvador Dalí en 1963 titulada La vida es sueño. Esta obra más dos dibujos, uno surrealista de José Caballero y otra del pintor Gregorio Prieto, hacen parte de la parte del legado concerniente a artistas anteriores a los años 50, prefiguración de la modernidad en España según el punto de vista de la galerista.

En la sala dos se puede apreciar a Rafael Canogar Bonifacio, Joseph Guinovart, Pablo Serrano, Gregorio Prieto y José Caballero. Dentro de la variedad visual que propone el legado esta sala es sin duda la que más relieve propone. Circulando entre la presencia de “Encuentros” y “Boceto” dos esculturas de bronce respectivamente de 1985 y 1954, de P. Serrano, se han dispuesto, entre otros, cinco obras de Josep Guinovart. Una de las más llamativa sería la cabeza de perro insertada en un espejo, “L’oxid i el gos”, composición violenta de 1989 en la técnica mixta sobra tabla, situada al fondo de la sala. Invita al espectador curioso a seguir su visita buscando el hilo entre toda la muestra.

Pasando las emociones de la sala anterior, entramos en la sala tres que expone a Antonio Lorenzo, Francisco Farreras, Joan Fontcuberta, Lucio Muñoz, Joan Hernandez Pijuan, Gustavo Torner, Gerardo Rueda y Fernando Zóbel. ¿La sala la más plana? No solo plana en el tipo de relieve sino también por los tonos usados en el conjunto de las obras: después del relieve y las pigmentaciones fluidas de la sala anterior, se puede aprovechar de esta muestra como de un descanso entre blancos, marrones, negros, ocre y azules violetas. La única excepción en este sentido serían los cuatro dibujos de Antonio Lorenzo agrupados en un mismo marco, que representa, con un humor multicolor, unas aventuras de un personaje robot. Las demás no son menos interesante para nada, oscilando entre el fotograma poco definido de Joan Fontcubertac, al nombre menos explícito todavía, “Tachyglossus Aculeatus”, dos collages de Gustavo Torner o una litografía de Zobel, muchos de los cuáles juegan con una busqueda plástica en la propia composición artística y se pretenden como “técnica mixta”.

Con los ojos acostumbrados al desciframiento automático de las propias composiciones, la sala cuatro se revela casi agresiva por los contrastes que presenta respecto al paso entre las dos otras; toda una explosión de color frente a la anterior búsqueda de sentido. Las obras son de Misuto Miura, Joan Fontcuberta, Matías Quetglás, José Luis, Fajardo, Josep Guinovart y Jacinto Salvadó. Antes de reencontrarse con una nueva obra de Josep Guinovart titulada “dos arcos” –técnica mixta sobre madera- lejos de su perro sanguinolento visto anteriormente, choca a la vista la rica presencia de seis obras de Misuto Miura, única visión oriental presente en el legado. El artista Japonés, ya acostumbrado en esta época a las expresiones plásticas de Europa y de América, propone con dos de sus oleos sobre lienzo de 1977 -“Sin título” ambas- un acercamiento cósmico de su visión de la pintura. Lo cósmico de este caos representado, contrasta con la otra mitad de sus obras expuestas en la muestra, una estética distinta, más pop-decorativo, como es el tríptico geométrico rojo y blanco de tres oleos sobre lienzo del 1994.

La sala cinco no muestra obras pero trata de enseñar con pocos documentos la obra que ha sido la propia vida de Juana Mordó, aquella visionaria y dinámica actriz de la escena artística de su tiempo que según Muñoz quería “Vivir lo nuevo siempre”. ¡Legado ochentero a no perder!

Por Couder Yola, el 09 de diciembre de 2011.

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