Eso no es arte, ¿o sí?

Martin Creed Things/Cosas en la Sala Alcalá 31, Madrid

Hasta el 26 de febrero de 2012

Martin Creed, nacido en Wakefield, Inglaterra en 1968, ganador del Premio Turner en el año 2001 con su obra Work No. 227: The lights going on and off (Las luces encendiéndose y apagándose) es uno de los artistas británicos más exitosos de su generación. La Sala Alcalá acoge la primera retrospectiva de Creed en España, ocasión que el artista ha conmemorado un coloquio / concierto realizado el día de la inauguración, en compañía de Carolina Grau, comisaria de la exposición.

El credo de Creed es el del arte por el arte, cosa que podemos entender a partir de su obra Work No. 143: The whole world+the work=the whole world (El mundo entero+el trabajo=el mundo entero), la cual consiste simplemente de dicha frase escrita sobre una hoja de papel. Partiendo de la negación total de cualquier efecto socio-político que pueda tener el trabajo artístico, Creed se ha sumergido desde 1987, año en que comenzó a numerar sus obras, en una investigación inspirada en interrogantes formales en torno a la naturaleza del objeto de arte, proceso que se evidencia con máxima claridad en Work No.76: Text about Work No. 74 (Texto sobre el trabajo No. 74), en la cual Creed registra todas las preguntas que le van surgiendo al crear una obra.

Quizás el mayor mérito de esta exposición es que al colocar juntas obras realizadas por Creed durante las dos últimas décadas en una variedad de medios, el proceso del artista queda evidenciado por la manera en que se manifiesta en cada uno de ellos. Además, la exposición, por ser una acumulación de exploraciones sobre la naturaleza de la obra de arte, tiene el efecto de actuar como una exploración sobre la naturaleza del comisariado y la museografía: un objeto monumental en la entrada, obras bidimensionales a lo largo de las paredes izquierdas en ambas plantas, intervenciones situacionales a lo largo de las paredes de la derecha, obras de texto durante todo el recorrido que parecen explicar el proceso, y a final la conclusión: la palabra “THINGS” (COSAS), por supuesto, en mayúsculas y en neón blanco.

El trabajo de Creed, considerado por algunos como simplista o perezoso, es blanco de frecuentes críticas y hasta protestas, como ocurrió cuando le fue otorgado el Premio Turner. Una de las cosas que más molesta a algunos es que Creed cuestiona el paradigma artísitico del refinamiento de la técnica material de cada medio, como vemos en los brochazos intencionalmente torpes de sus pinturas, la ejecución lúdica de sus esculturas y la ironía de sus textos. La sátira del artista parece extenderse incluso a una crítica del coleccionismo y el mercantilismo del arte en obras como Work No. 11 Two objects (Dos objetos), en la cual vemos dos objetos hechos de latón recubierto de cromo, semiesféricos, lisos, brillantes, que recuerdan a dos bolas de oro listas para ser comercializadas entre galeristas y coleccionistas. No es ésta, sin embargo, una interpelación agresiva del sistema del arte, sino apenas un gesto en ese sentido.

La música que ha producido Creed desde 1994 con su banda Owada sigue una lógica similar a la de su trabajo visual: canciones sencillas con letras conceptuales como: “1,2,3,4…”. Son otro giro al gesto sencillo y burlón que ha realizado el artista a lo largo de toda su producción, mediante la cual indudablemente logra establecer un punto de partida para la discusión de qué es y cómo funciona una obra de arte. Así entabla Creed un diálogo, si no con toda la gente, como frecuentemente dice es su propósito, sí con la gente del arte.

Por Franklin Cordido

COSAS CON VIDA

MARTIN CREED. Things/Cosas. Sala de Exposiciones Alcalá 31. Madrid. Del 15 de diciembre de 2011 al 26 de febrero de 2012.

A veces creemos que en el arte ya está todo hecho. Incluso cuando acudimos a una muestra como la de Martin Creed (Inglaterra, 1968), podríamos pensar que estamos viendo más de lo mismo, pero nos equivocamos.

Things/Cosas, primera retrospectiva del artista en España, es la denominación bajo la que se pretende agrupar un conjunto de obras que, en principio, sólo tienen la intención de estar presentes, de hacer existir. Una intención que va mucho más allá pues las obras reclaman al espectador, haciéndolo partícipe, consciente o inconscientemente, de la propia obra, algo que experimentó en piezas anteriores mostradas en España: La mitad de aire en un espacio dado (2000), expuesta recientemente, y Get out of my head! en La exposición invisible (2007) ambas en el MARCO de Vigo. Esta interacción es el significado de los ritmos creados, bien mediante el movimiento de cosas o luces, por Creed. Una producción que puede resultar familiar, como se decía antes, no sólo por sus citas casi directas a movimientos artísticos precedentes, sino también por lo absurdo de algunas de sus obras, como Work No. 11: Tow Objects (1989).

Y es que ¿quién no ha definido alguna vez como cosa a aquello que carece de interés o que no sabe explicar? Las obras de Creed, premio Turner 2001 y artista en el MoMA y el Pompidu, están dotadas de múltiples reglas que él mismo se impone, fruto de su educación artística en Glasgow, y que lo hacen finalmente saltárselas creando una obra de tipo minimalista y conceptual con dosis de ironía. La burla viene desde la enumeración de sus obras donde la palabra work hace referencia a los incontables sin títulos de los años 50 y donde el subtítulo es una traducción de lo que estamos viendo. El volumen formado por tablas de madera, Work No. 571 (2006), parece ser un levantamiento en 3D de lo que podría ser un suelo de André; las luces que se encienden y se apagan en Things (2000) son casi un guiño a Nauman, con una intermitencia añadida que hace que aparezca y desaparezca; y los murales pintados con líneas de colores, llenos de imperfecciones provocadas por el rodillo, podrían ser una ironía de ese minimal perfecto que creara Buren.

Es una forma de tomarse el arte con cierto humor, pues como dice Ángel González, el fumisme es una tendencia del arte contemporáneo presente desde las primeras vanguardias. Un humor que no carece de juego. El camuflaje del montón de folios en la recepción, Work No. 391, el escondite por todo el espacio expositivo de las bolas de Blu-Tack, o incluso las vitrinas con papel, demuestran ese aspecto lúdico del arte. Para Creed la unión de arte y vida es indiscutible, como lo fue para Fluxus, de ahí que transforme con una puerta abriéndose y cerrándose las experiencias diarias del trabajador del museo, o que conciba sus acuarelas de colores, cual expresionista abstracto, como “una grabación de una acción en directo, siendo el acontecimiento el movimiento de mi mano mientras pinto”, dice M. C.

La cuidada exposición, comisariada por C. Grau, muestra en un espacio recuperado para la ocasión unas obras iluminadas puntualmente con un carácter íntimo que contrarrestan la frialdad del antiguo Banco Mercantil e Industrial. El detalle de las cartelas, ajenas a la contemplación de la obra, permiten una apreciación de las piezas que son, tanto las cosas de las vitrinas, como las supuestas esculturas y los pequeños cuadros heredados del Art&Language, un trasunto del sonido de su vida, son cosas de Martin Creed “and his band”.

Carmen Gaitán Salinas

Cosas pequeñas en habitaciones grandes


Exposición: “Things/Cosas”
Lugar: Sala Alcalá 31
Artista: Martin Creed
Fecha: Hasta el 26 de Febrero de 2012.

Si uno hubiera estado en Londres en Marzo del año 2000, se habría sorprendido ante un llamativo letrero de neón colocado bajo el frontón del edificio neoclásico de la Tate-Britain que rezaba “‘El mundo entero + la obra = el mundo entero”. La convicción de Martin Creed (Inglaterra, 1968), que un año después ganaría el premio Turner, parecía clara: la obra de arte no aporta ni resta nada al mundo, ni revela místicas verdades como afirmaba el neón de Bruce Nauman. La obra de arte simplemente existe, con autonomía y validez por sí misma. 

La máxima de Creed reaparece en formato de texto sobre papel en su primera exposición monográfica en Madrid “Things/Cosas”, junto a otras similares como “La mitad de cualquier cosa multiplicada por dos”. Estas máximas pseudofilosóficas de contradicción poética, a medio camino entre las greguerías de Ramón Gómez de la Serna y las instrucciones conceptuales de Yoko Ono, responden a una solución práctica de Creed que suele decepcionarse al llevar a la realidad las ideas que apunta en notas de papel, ¿por qué no tomar esa idea en el papel y convertirla en una obra de arte para evitar la decepción final?. El papel toma también protagonismo en otras de las veinticinco obras que sintetizan sus veinte años de carrera, como en “hojas de papel rasgado” o en su famosa “una hoja de papel A4 hecha una bola”, donde en artista ironiza con la técnica artística esforzándose en lograr una bola lo más esférica posible. 

La ironía del proceso artístico es constante en la obra de Creed;  a través intervenciones mínimas, de simples gestos o modificaciones de objetos cotidianos, Creed cuestiona a movimientos estéticos consagrados como el minimalismo con “hilera de clavos ordenados de mayor a menor” o el informalismo en su serie reciente de lienzos pintados a ciegas. Sus conceptuales metáforas visuales realizadas con una sorprendente economía de medios responden a una tendencia de clara herencia duchampiana en el arte actual que puede evidenciarse en otros artistas como el cubano Wilfredo Prieto. 

Pero las influencias en la obra de Creed van más allá. El conceptualismo formal de sus obras nos traen a la mente el trabajo de Yves Klein, Robert Barry o Sol Lewitt, y en su gamberra e irónica actitud de marcado humor británico, vemos reflejada a esa generación post-punk en la que se reconocen provocadores profesionales como Tracey Emin, Damien Hirst, o Banksy. Aunque por desgracia, en la muestra madrileña comisariada por Carolina Grau, quedan fuera las obras más radicales y divertidas de Creed, en las que trabaja con el humor políticamente incorrecto, “Película enferma”, o el aspecto lúdico del arte como en “La mitad del aire en un espacio dado”, una sala llena de globos, que sí pudo verse en el MARCO de Vigo, y donde los espectadores podían sentirse como niños en esa especie de chiquipark para adultos. Un ejemplo de la sobriedad de la muestra es la proyección de “Orson y Sparky”, un video que Creed también utiliza como videoclip del single de su grupo “Martin Creed and his band”, y que pierde mucho al sustraerle la música.

Lo que sí podemos ver en “Things/Cosas” son pequeñas joyas como la casi inapreciable “Un poco de Blu-Tack amasado, hecho una bola y aplastado contra la pared”, los grandes patrones pintados directamente sobre la pared, creados para la ocasión, o su absolutamente literal “una puerta abriéndose y cerrándose”, con la cual Creed parece ofrecernos la posibilidad de entrar o salir de su juego. Así son las cosas de Martin Creed.

Jorge Dueñas
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El arte de lo que hay



MARTIN CREED expone hasta el 26/02/2012 en las dos plantas de la nave central de la Sala de exposiciones Alcalá 31: THINGS/COSAS.

Martin Creed (Wakefield, Inglaterra, 1968) inauguró este miércoles, con una performance musical, en la sala de exposiciones Alcalá 31, su más grande retrospectiva artística nunca hecha en España durante sus 20 años de producción creativa. Lejos de tener una iconografía restringida, el catálogo de la exposición introduce que Creed “Investiga sobre la naturaleza básica de las cosas” creando un mundo a partir de “objetos, palabras o sonidos del cotidiano”; pero más bien, proponiendo una vitrina reflexiva sobre su visión de la escena artística actual, burlándose de ella, pero, a la vez reproduciéndola. Comisariada por Carolina Grau, “THINGS/COSAS” está patrocinada por el conjunto más que oficial que son la propia comunidad de la Madrid (propietaria del edificio), el British Council y la empresa privada Finsa.

En un juego de pistas interminable, Creed, pierde al espectador en una tormenta de “Work’s” numerados de manera no-cronológica intercalados con obras sueltas de varias épocas y estilos. Por ejemplo, en la segunda planta de la nave central, el artista interviene directamente sobre la pared blanca con una emulsión de pintura azul representando una alambrada pintada in situ. En ella se encuentra atrapado el “Work No.159 (7/10) “Something in the middle of a Wall” (2004), frase escrita sobre un papel A4. En la primera planta están dispuestas dos de sus obras más famosas, muy distintas la una de la otra, y nunca expuestas en España: “Work No. 88: A sheet of A4 paper crumpled into a ball”, (1995); y su video Work No. 670: Orson and sparky (2007). Una sensación extraña recorre la nave: más allá de las obras, Creed deja en el espacio de exposición su huella de manera física y llamativa. Por ejemplo, la exposición está llena de pequeñas y curiosas intervenciones sobre el espacio: trozos azules de Blu-Tack® pegados por las paredes; además para interactuar con el espacio se ha instalado un mecanismo en una puerta del fondo de la nave que se abre y se cierra sin parar; hay papeles estrujados en una vitrina como si fueran diamantes bajo protección de alta seguridad... El propio Creed abre su exposición a todos los públicos explicando: “Mi obra es un 50% de lo que hago, y 50% es lo que otros hacen de ella”.

Entre las 25 obras -que juegan al escondite entre ellas mismas- se compone un rico conjunto de los “géneros artísticos” más comunes de la actualidad. Es decir que en la totalidad de la muestra nos encontramos tanto con videos, instalaciones, pinturas o esculturas, herramientas supuestamente necesarias para una exposición “completa” hoy en día. Pero Creed va más allá, experimenta sin parar; no es un artista haciendo arte sino un erudito en “cultura visual contemporánea” que investiga plásticamente con la definición del Arte. Representativa es su obra “Work no. 76”, una hoja blanca en la cual se coloca otra obra: un texto en el que aparece una reflexión sobre el proceso de creación: “Si algo hay en esta obra es un intento de hacer algo, o nada”.

¿Estamos no obstante ante un tipo de exposición que realmente profundiza, tal y como parece, en la definición de arte a través de las peripecias de la cultura visual, o por el contrario nos encontramos con el típico y recurrente caso de exposición totum revolutum que reflejaría más bien el oportunismo y conformismo de un vasto conjunto de obra artística bajo una dirección tan ambivalente como es la idea de reunir o hacer ver al público nada más y nada menos que cosas/ things? Merece la pena ver y juzgar.

Por Yola Couder, el 17 de diciembre de 2011.

¿QUÉ VAMOS A VER?





MARTIN CREED. THINGS/COSAS
15 de diciembre de 2011 – 26 de febrero de 2012. Sala de exposiciones Alcalá 31. Comisariaza por Carolina Grau.


Nos situamos en 1967, Anthony Caro, entonces profesor de arte en St. Martin de Londres, llega en una ocasión al departamento de escultura y se encuentra unas cuantas ramas apiladas en el suelo. Se produce la siguiente conversación con Richard Long. ¿Qué es? Es una parte de una escultura en dos partes. Enséñame entonces la otra mitad. Está encima de Ben Navis. Entonces, ¿cómo voy a apreciarla si no puedo verla toda?

Supongo que después de esto no era plausible pensar la obra de arte ni siquiera como una ficción. Quién podía constatar si le estaban tomando el pelo, si efectivamente había algo en un lugar físico. Se corría el riesgo de caer en el empirismo paranoico del esse est percipi, acabar pensando que todo desaparece al cerrar los ojos.

Por eso, y para no volvernos paranoicos nosotros mismos, nos comportaremos por un momento como si la obra de Martin Creed (1968) existiera de verdad.

Creed pertenece a esa primera generación de artistas que pudo tener acceso, más o menos institucionalizado, a las extravagantes teorías de un arte sin objeto. Estudió en Slade School, entre 1986 y1990, y es precisamente en esta etapa cuando plantea un sistema de notación para organizar su obra mediante la nomenclatura industrial de los números de serie. Números que constituyen toda su obra, en cierta medida. En su ausencia, al espectador le resultaría muy difícil dilucidar dónde se sitúan tales cosas. Hacia 1996, es elegido para la EAST I...Como anécdota, y para tejer un juego de complots y confidencias satánicas del arte conceptual, el propio Richard Long se encontraba en el jurado. Su carrera toma fuerza y recibe el Turner Price en el 2001.

Habrá notado mis reticencias a abordar de una vez por toda la obra. Y seguro que desea saber qué cosas vamos a ver en esta primera retrospectiva.

Pues bien, podríamos organizar la muestra en tres tipologías: a) Las cosas que se ven y no son nada; b) Las cosas que no se ven pero son algo; c) Las cosas que no se ven y no son nada. Parecen enunciados muy vagos, pero no encuentro algo mejor ni más fiel al artista.

La primera categoría se componen de cosas que están destinadas a ocupar el espacio y hacer notar que hay algo. Sin embargo carecen de un sentido inmediato, son como decoraciones pasajeras, un simple muzak visual. Una pila de planchas de conglomerado (Nº 1932), una puerta abriéndose y cerrándose (Nº 129), algunas pinturas de pequeñas dimensiones (Nº 832), líneas que cruzan las paredes, así como una videoproyección, relativamente vacía.
La segunda categoría se compone de vitrinas y expositores que indican que hay algo; trozos de papel u objetos que no podemos reconocer porque carecen de instrucciones (Nº 11, Two objects).
La tercera categoría y quizás la más importante, el paroxismo de la nada, documentos que constatan galimatías abstractos que no se pueden ver, Half of anything multiplied by two (Nº 150), y a veces ni pensar, The wole Word + the work = the whole work
(Nº143).

A este respecto, nos dice (Nº 74) que el arte es un intento de hacer algo o nada […] si es que debería haber algo, o nada. Por lo tanto, y aunque no sé describir de otra manera más aséptica esta obra, estoy seguro que cualquiera se remontará atrás para reformular, una vez más, la propia pregunta ¿qué cosas vamos a ver? Para que su marcada dirección, dirían los analistas del lenguaje, no afecte a las expectativas del observador, y podamos volver al empirismo paranoico de nuestro organismo sensible.

José María Muñoz Guisado.

Martin Creed y sus cosas



Martin Creed: Things/Cosas.
Del 15 de diciembre de 2011 al 26 de febrero de 2012.
Sala Alcalá 31 (c/ Alcalá, 31, 28014, Madrid)





El artista Martin Creed (Wakefield, 1968) es conocido por trabajos como Work No. 227: the lights going on and off en el que las luces de una habitación vacía se encienden y apagan cada cinco segundos, que le valió el premio Turner en 2001; Work No. 850: Runners donde un velocista corría por las salas de la Tate Gallery; o Work No. 247: Half the air in a given space una escultura que consiste en materializar la mitad del aire contenido en un espacio por medio de globos. La polémica y efectismo que acompaña piezas como estas, capaces de no dejar a nadie indiferente (público o crítica), le han otorgado el título de “provocador” dentro del arte contemporáneo. Sin embargo, es posible encontrar en sus obras una voluntad de reflexionar sobre algunas cuestiones acerca de la forma de crear y percibir el arte contemporáneo escondidas tras una gramática de extremada simplicidad.

Comisariada por Carolina Grau, con quien el artista ya colaboró en su primera incursión en España este verano en el MARCO de Vigo, esta es la primera gran exposición de Creed en nuestro país que intenta hacer un recorrido por su trayectoria artística de los últimos 20 años. Igual que ocurre con su banda de música, los trabajos de Creed parten de propuestas de extremada sencillez para lograr extraer significados que aluden a la naturaleza básica del objeto artístico y la forma en que nos relacionamos con él. El sentido simple y absurdo que imprime en todas sus creaciones es el verdadero motor de su obra, que se convierte en un gesto irreverente y ridículo sobre algunos de los temas en los que ha incurrido el arte en los últimos tiempos.

Por ejemplo, las acuarelas expuestas en la sala madrileña, Works. No. 1307, No. 1308 y No. 1309, están pintadas con los ojos cerrados para lograr desprenderse hasta de su propio criterio visual; o Work No. 11: Two objects, que consta de dos objetos diseñados para coger con la mano, como dos saleros, que recuerdan a cierta parte de la anatomía femenina. El proceso de crear como tema artístico se presenta en diferentes trabajos en los que se enmarcan folios escritos con fórmulas creativas que ni siquiera ha llegado a materializar, como en Work No. 150: Half of anything multiplied by two, o la misma obra que da nombre a la exposición Work No. 251: Things, un neón con la palabra escrita que se enciende y se apaga. La relación entre arte y espacio se aprecia en las grandes obras de pintura mural que inundan dos enormes paredes de la sala, pero sobre todo en Work No. 1317 donde el color rojo de las equis que decrecen alude a la bandera de la comunidad de Madrid. Pero es en el trabajo acerca de la poética de lo cotidiano donde el espectador es incapaz de contener una sonrisa cómplice cuando al comparar los tamaños de la sombra de una sucesión de clavos hundidos, descubrir el Blu-Tack como la huella de un muro, observar el movimiento de una puerta al abrirse y cerrarse ocasionalmente o el de la forma de una hoja de papel hecha una bola, no puede evitar preguntarse por el verdadero sentido artístico de esas naturalezas muertas de lo cotidiano, habitual fuente de inspiración de muchos artistas actuales. Con una selección de 25 obras que van desde 1989 hasta la actualidad se hace un repaso por los principales vértices del trabajo de Creed y su interpelación sobre la manera en que entendemos el arte. Un ejercicio muy a tener en cuenta que se aleja de sesudas propuestas y opta por una vía divertida que permite salir al visitante, al menos, con una sonrisa.


Daniel Alcaire

Cosas a tener en cuenta

Martin Creed Things/Cosas
Sala de Exposiciones Alcalá 31, Madrid
15 de diciembre de 2011 al 26 de febrero de 2012
Obra No. 88, Una hoja de papel A4 hecha una bola (1995)

Cosas, primera exposición personal de Martin Creed (Wakefield, 1968) en Madrid comenzó como empiezan las buenas cosas, hablando. En la charla informal que sostuvo antes de la inauguración con la comisaria de la muestra Carolina Grau y el público hubo de todo, desde filosofía combinada con un derroche de modestia, pasando por el cínico humor inglés, hasta un improvisado concierto a guitarra. De este modo la lógica de la exposición se abrió como un regalo a los sentidos, sin embargo, no hacía falta haber estado en la charla, ni siquiera conocer su obra con anterioridad para hacernos una idea bastante certera del trabajo de Creed, premio Turner en 2001, y uno de los más reconocidos artistas de su generación a nivel internacional.
Creed tiene un gancho que cautiva desde el primer instante: llama a sus obras por el número consecutivo de su realización. Añade usualmente un subtítulo que describe la obra con fidelidad, a manera de manual de instrucciones. Algunas piezas son en ese sentido muy simpáticas: Obra 159, Algo en medio de la pared, por ejemplo, consiste en un folio A4 colgado en medio de la sala, donde exhibe un mural realizado con emulsión que es interrumpido por la presencia de este folio enmarcado, con esa única frase, o la palabra en neón que da título a la muestra: Things.[1] Y con ella me gustaría señalar un punto clave en el trabajo de Creed, la mayoría de las obras en esta muestra, que datan desde 1989 hasta el presente, realizan guiños a la historia del arte. Encontramos sus site-specific (realizadas para Alcalá 31), que son pinturas murales con referencias al movimiento Color Field, o la obra de los conceptualistas Sol Lewit o Daniel Buren, y sin embargo todas realizadas con brocha gorda, sin acabado. Son críticas tácitas al sistema del arte contemporáneo, al endiosamiento de figuras claves, sus maestros, pero también aquellos a quien el medio del arte espera que “supere”.
Nada más alejado de sus intenciones. Creed dijo: “Mis obras de arte en esta exposición son como pequeñas gotas en un océano, pequeños experimentos que hago…” y en otro momento “la vida se puede dividir en dos, los momentos en los que piensas y los momentos en que no estás pensando”. Su Obra No. 88, Una hoja de papel A4 hecha una bola (1995), o las muchas otras donde el papel es protagonista, son un reflejo de su interés por develar lo que no está calculado y que es precisamente genial por espontáneo. El acto de desechar un folio y convertirlo en la obra de arte es muestra de su interés en lo procesual, y nos provoca la curiosidad de conocer qué se tiró y qué se aceptó. Es un retrato de ese terrible momento de toma de decisión, de juicio crítico del artista ante su obra. O sea que en un momento en el que aparentemente no se piensa se puede estar realizando un acto de profunda introspección, determinante quizás en el resultado final.
Como en la Obra No. 129 Una puerta abriéndose y cerrándose (1995) usted puede elegir si sale o entra, si encuentra este tipo de arte insignificante o demasiado literal. Le invito a que se quede un rato más en la sala, observe detenidamente, trate de encontrar en estos objetos y materiales de uso cotidiano la esencia artística que está en todas partes. Hágalo sin prejuicios y no se arrepentirá. A fin de cuentas y como resume el artista en una de sus ecuaciones teoréticas: El mundo entero + una obra = al mundo entero.[2]
Lillebit Fadraga
3500 c/e


[1] Cosas, en inglés. Se trata de la obra No. 251, de 2001
[2] Obra No. 143. The whole world+the work=the whole world, 1996