Almanaque Autómata


“No es primavera en el Corte Inglés. Jamás lo ha sido”, inquietante afirmación con la que se nos presenta “Almanaque autómata”, la nueva exposición de la galería fotográfica de Blanca Berlín, un tándem creativo entre dos fotógrafos eclécticos, formalmente tan diferentes como complementarios: Jaime Compairé y Veru Iché.  

“Descarto absolutamente que el autor sea yo, lo cual me convierte en un creador irrelevante, muy desautorizado para aspirar a nada remotamente comparable a tanta belleza. Así que decido hacerme francotirador”. Son palabras de Jaime Compairé (Huesca, España), artista polifacético (pintor, escritor, fotógrafo, compositor, publicista, hombre de radio y televisión) consciente como nadie de aquel refrán español que afirma que el que mucho abarca, poco aprieta. El fotógrafo que decidió ser pintor tras quedar fascinado por los matices de la “Vieja friendo huevos” de Velázquez, se considera limitado en la técnica y no muy bueno artísticamente, pero quizás esto no tenga importancia; “Goya no fue un pintor muy dotado técnicamente” afirma Compairé, y es que quizás esto del arte no dependa tanto de la técnica, como del concepto, saber apuntar en la dirección correcta, ser un buen francotirador. 

Desde esta postura de humildad absoluta e integridad artística, Compairé nos ofrece sus oníricos y eclécticos artefactos visuales que en ocasiones nos recuerdan a movimientos de la vanguardia histórica como el surrealismo y el dadaísmo, en concreto a las obras de Giorgio de Quirico o a los collages delirantes de Marx Ernst (Une Semaine de Bonté). Pero Compairé es hijo de su tiempo y también bebe de la generación Pop de los sesenta, de autores como Warhol, Richard Hamilton o el grupo Crónica en España. Sus obras, presentadas en una multiplicidad de formatos plásticos, mezclan sin pudor la pintura con la fotografía, el retoque digital o la escultura, con la misma frescura que mezcla figuras tomadas de antiguas fotografías con personajes de ficción como Mickey Mouse, Homer Simpson o el Tio Pepe. Todo ello desde un planteamiento de profunda ironía que cuestiona desde el humor los tópicos y los problemas de nuestra sociedad contemporánea. 

Veru Iché (1972, Mar de Plata, Argentina) por su parte nos ofrece un universo más oscuro, aunque coherente estéticamente. Sus fotografías explotan el fetiche estético por la melancolía que nos siguiere el blanco y negro, la fotografía analógica de nuestros antepasados. Partiendo de esta base que remite a la nostalgia, transforma sus imágenes para reflexionar sobre las relaciones entre el mundo de los sueños y el de los recuerdos. Sus oníricas imágenes pobladas de niños en paisajes aterradores condensan historias completas, historias imposibles que solo pueden tener cabida en la profundidad del subconsciente. “La fotografía como lenguaje se hermana perfectamente con este trabajo ya que ejerce de vinculo documental entre ficción y realidad, creando nuevas intrigas que escapan a la propia narración” afirma Iché. 

Veru Iché y Jaime Compairé son dos artistas nada convencionales, que escapan a toda categorización formal. Ambos tratan de soñar a través de su obra, así como de incitar al espectador abandonar el mundo racional para adentrarse en un espacio sin límites, de posibilidades infinitas donde la belleza y la apreciación estética no son tan importante como la libertad de soñar/recordar (¿no son acaso la misma cosa?). Despójense de todo prejuicio, de lo preconcebido, déjense llevar, pasen y vean. 

Jorge Dueñas

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